A veces pasa...

...que vas por ahí pensando que las cosas se acomodan poco a poco. Porque imaginás que tus pequeños triunfos son síntomas inequívocos de que la mano está cambiando.

Y te das cuenta, de un mazazo a tu ego o de una bala de goma en la espalda, que en realidad afuera sigue todo podrido. Y que la mierda dejó de mancharte las zapatillas para acomodarse en tus medias, y que amenaza con instalarse en tu cabeza con inocultable certeza. Y que ese olor ya se torna casi irrespirable.

Y una piedra por acá y un bife por allá. Y todo el frío del que duerme en la calle y el frío "no" que te cala adentro. Y el reclamo por lo de uno y el rechazo que sonríe, porque en el fondo no le caemos tan mal. Somos gente sencilla...

Es claro, y está comprobado empíricamente, que las primaveras que imaginamos sentir en nuestras existencias, no tienen la menor posibilidad de florecer en pleno otoño.

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